A Alfonso se le enciende el ánimo cuando habla de los astilleros en los que, junto a su padre y el resto de la familia, se ha criado. Pone énfasis en cada palabra que pronuncia, pero sobre todo cuando habla de lo que en este espacio marcado desde hace años por la polémica se hace. Todos los fines de semana pasan por estas instalaciones decenas de vecinos, voluntarios que quieren rescatar la esencia misma de la carpintería de ribera, actividad protegida por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Muestra de la tarea que Alfonso, junto a estos colaboradores viene realizando desde hace años es la réplica del bergantín Galveztown, con el que, en 1781, en plena Guerra de la Independencia norteamericana, el gobernador de Luisiana, Bernardo de Gálvez, entró en la bahía de Pensacola para arrebatar las Floridas al dominio inglés.
En el patio se ve parte del armazón del buque al que ahora se da forma y los grandes trozos de roble americano del que se sacan las entrañas mismas del barco. Junto a Alfonso, en el momento de la entrevista, se encuentran dos profesores de la Universidad de Málaga y el concejal no asdcrito del Ayuntamiento, Antonio Serrano, que lo animan a continuar con la actividad centenaria. "Hay que tener en cuenta que el astillero es más antiguo incluso que los Baños del Carmen", recuerda Marion Reder, profesora de Historia Moderna y presidenta de la Fundación Bergantín Galveston. "Tenemos bastantes datos de Málaga y de la construcción de carpintería de ribera desde 1700 en toda la zona de la maestranza y cómo se fue trasladando hacia las zonas más periféricas", añade.
A su juicio, la tarea que realiza Nereo se corresponde con el mantenimiento de un patrimonio histórico "fundamental" para la ciudad. "Es una tradición enorme y me parece demencial que el Ayuntamiento actúe así; luego, cuando venga la feria, querrán que haya jábegas", insiste. La recreación de este bergantín es probablemente la iniciativa más ambiciosa de los astilleros, pero no la única. Alfonso explica que ahora pretenden "hacer realidad un barco fenicio". "En poco tiempo nos traerán la madera y hay un acuerdo con el Cerro del Villar para colaborar en la réplica de este barco".
"Estamos luchando desde hace años para que esto sea declarado como lugar de interés etnológico como han ocurrido en otros muchos sitios en España y eso supone dinamizar los valores de cara al turismo, que puedan venir los colegios, como hacen ahora, para ver la actividad y que los hijos y nietos de pescadores puedan contar su oficio", insiste Alfonso.
La idea es aplaudida y avalada por Antonio Serrano. "No es una cuestión solo de iniciativa privada, sino que los astilleros representan mucho más de lo que se quiere hacer ver", comenta. El edil subraya lo positivo de que la juventud de la capital de la Costa del Sol tenga la oportunidad "de tener una alternativa vinculada a su tierra y aprender un oficio como el de la carpintería de ribera".
Astilleros guarda entre sus paredes un sinfín de recuerdos, imágenes y sonidos de antaño, propios de una actividad que, los historiadores, señalan como centenaria en la ciudad de Málaga. Pocos saben si a su dilatado pasado, se sumará un seguro futuro.
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