Las embarcaciones tradicionales siguen navegando «por un mar de dudas» en lo que a regulación legislativa se refiere. Así es y seguirá siendo durante algún tiempo en virtud de lo oído ayer en Cambados dentro de las jornadas «Embarcacións patrimoniais: navegando por un mar de dúbidas» del Proxecto NEA2.
Los colectivos que aglutinan y representan los intereses de la flota tradicional gallega llevan tiempo pidiendo un marco normativo específico pero la Ley General de Navegación -en la que se tendría que incluir esta especificidad- está paralizada, y según informó ayer el consejero en Galicia de la Dirección General de la Marina Mercante, Francisco Alonso, todavía no hay fecha para su aprobación.
Alonso hace hincapié en que esta regulación resulta muy compleja dadas las características de la flota tradicional y apunta a que sería bueno crear un «grupo de expertos que trate de unificar criterios» dentro de la propia dirección general.
Según explican desde la Federación Galega pola Cultura Marítima e Fluvial, esta normativa específica para las dornas, galeones, racús y demás embarcaciones tradicionales se hace necesaria en la medida que «este tipo de barcos non son coma un barco de recreo calquera». Para empezar, unos son de madera y otros de poliéster; unos se hacen casi de forma artesanal y los otros se construyen en serie, y unos tienen unas necesidades de navegación y seguridad que no requiere una dorna que no sale de la ría.
Como los coches clásicos
Desde la federación ponían ayer un ejemplo que ilustra perfectamente su reivindicación: si los coches clásicos y antiguos pueden andar por la carretera pese a no disponer de los adelantos tecnológicos y de seguridad que se le exigen actualmente a un turismo ¿por qué a una dorna se le exige lo mismo que a un yate? Ambas embarcaciones comparten actualmente la misma catalogación a efectos de matriculación -séptima lista- y son muchos los que consideran que deberían tener un rango propio. Lo piensan desde el ámbito de la cultura marítima y también desde la administración.
En la Xunta, desde las consellerías do Mar y Cultura, apoyan una regulación específica para los barcos tradicionales pero, pese a la unanimidad que reina en este tema, la cuestión sigue sin arrancar. Es por ello que ayer, entre las personas que participaron en las jornadas se masticaba una sensación de frustración, máxime habiendo escuchado por boca de los protagonistas cuál es la situación de la flota artesanal en Francia.
Según apuntó ayer la secretaria xeral de Protección do Patrimonio Cultural, María Diz, la fórmula más adecuada para «proteger» esta flota es catalogarla como patrimonio inmaterial dado que clasificarla como bienes muebles singulares «es difícil», apostilló. Cultura tiene mucho que decir en el uso, gestión y conservación de este tipo de barcos dado el carácter patrimonial de los mismos. Solo en la federación gallega hay censadas casi 150 embarcaciones tradicionales de los cuales una gran parte tienen puerto base en la ría de Arousa.
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