8 de set. de 2012

La tradición malagueña del mar se restaura en Nereo


Golpes de martillo y ruido de lijadoras. Eso es lo que puede escuchar alguien que dé un paseo por los Baños del Carmen y acabe en la puerta de los astilleros Nereo, instalación que es objeto de polémica desde hace no pocos años. Justo desde que el Ministerio de Medio Ambiente empezase a reclamar la recuperación de una concesión que, según alega, afecta el proyecto de recuperación del emblemático balneario y que está vigente hasta el año 2018. En este convulso escenario, y tras 48 años de actividad, se mantiene viva una institución   que hace de la carpintería de ribera su presente.


De la raigambre de los astilleros da muestra la existencia de registros de 1628, cuando se creó una cantera que serviría para ampliar el dique de Málaga. Actualmente, el edificio actúa como taller y museo, al servicio de la gente de un barrio de pescadores. Este tipo de trabajo con la madera es Patrimonio Histórico de Andalucía, y Nereo la ha convertido en su buque insignia. Las jábegas están unidas a la historia de estos astilleros y uno de los proyectos más importantes que llevan a cabo puede demostrar que la típica embarcación malagueña proviene de los pecios fenicios, ya que las proporciones de las dos barcas coinciden. Con el descubrimiento del Mazarrón IIpor parte de arqueólogos subacuáticos en la costa de Cartagena, estos astilleros pusieron en marcha una recreación del navío gracias al Convenio del Cerro de Villar, formado por la Fundación Málaga, cervezas San Miguel y el Ayuntamiento.

Las quillas y las rodas de la embarcación ya están casi listas. La peculiaridad de este montaje es que lo están realizando universitarios que cursan estudios de Historia. Para ello, han tenido que recibir instrucciones. "Se empezó dándoles un taco de madera para que moldearan su propio barco. Eso les sirvió para dibujar el plano y realizar la media maqueta a escala. Como a veces tienen que trabajar sobre las piezas del barco fenicio, les dimos cajas de madera para que practicaran. Algunos las rompían al principio, por eso se las dábamos", explicaba Rocío Sánchez-Guitard, una de las encargadas de la réplica. Asegura que los alumnos, pese a que no tenían mucha idea de carpintería, se han defendiendo, al ser más "una cuestión de maña que de asimilar conceptos".

Su hermano, Alfonso Sánchez-Guitard, cuenta que el objetivo es que éste sea el prototipo de una pequeña flota que navegue por todo el Mediterráneo. Quiere que este trabajo sea para "usarlo y enseñarlo" y que navegue. "El barco es una herramienta que lleva un mensaje de concordia por todo el Mediterráneo, en las dos orillas y en sus tres religiones. Será un elemento de unión entre culturas. Antes se unían navegando por el mar y ahora la unión está navegando por internet", explica el encargado de los astilleros.

Este no es el único proyecto que lleva a cabo Nereo. Están haciendo una réplica del bergantín con el que el malagueño Bernardo de Gálvez tomó la Florida occidental en 1779. Precisamente, con universidades de este estado están colaborando en la obra, y el año pasado ya vinieron alumnos desde territorio norteamericano a practicar la carpintería de ribera. Todo esto entra en la labor pedagógica que los astilleros quieren llevar a cabo por su estatus de ecomuseo.

Las jábegas han sido el sustento de Nereo durante mucho tiempo. Actualmente trabajan en una barca para la hermandad del Carmen en Nerja, con el apoyo de la Fundación Cuevas de Nerja y están restaurando una yola adquirida por el club Mediterráneo fabricada en Barcelona y que tiene la madera más antigua que se conoce en España. Sin ánimo de lucro están realizando la restauración de la jábega que porta a la Virgen del Carmen en El Palo. Esta embarcación es la más antigua de Málaga, datada en 1875, y llevan dos años con el trabajo ya que sin dinero no pueden avanzar más rápido.

Están volcados en la reimplantación de la vela latina y la restauración de una buceta. Unidos a la tradición malagueña, la vela latina era la que usaban los antiguos sardinales para moverse con el viento, y la buceta era la embarcación con la que se pescaban antiguamente los chanquetes, la más abundante en el puerto. "Es una embarcación que quieren usar ahora en el Muelle Uno para fotografías de bodas", explica Alfonso Sánchez-Guitard desde el ecomuseo instaurado en el astillero, desde donde si se mira por la ventana, la madera y las embarcaciones desgastadas esperan su turno para volver a la mar.

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